sábado, 10 de mayo de 2008

TRANSFORMER


Yo no soy un gran fan de Lou Reed, pero Transformer sí es una gran obra maestra. No sé qué es eso que convierte un disco en tal: algo deben tener en su esencia, en su estilo, en sus canciones o en su interpretación. Sin embargo, desde un punto de vista muy personal, algunas características comunes sí que encuentro en algunos de mis discos favoritos, como Born to Run, de Springsteen, A Night at The Opera, de Queen y The Rise and Fall of Ziggy Stardust & The Spiders from Mars de Bowie (cuyo vínculo con Transformer es mucho mayor).

En primer lugar, lo más obvio: son de la primera mitad de los 70, una época qué marcó definitivamente el canon del Rock, generando muchas de las ideas que siguen vigentes hoy día.

En segundo lugar, son obras de jóvenes artistas, en torno a los 24 años, que querían, que necesitaban comerse el mundo y lo hicieron, precisamente, con estas obras. Surgieron de un momento once-in-a-lifetime de inspiración, rodeados de la gente idónea. Marcaron, además, toda la carrera posterior de sus autores.

Finalmente, lo más importante es la concepción del disco como obra total, con un eje que los vertebra. Los cuatro son narrativos (prefiero el término 'narrativo' al más general 'de concepto', que nunca he entendido) e incluyen, cada uno a su modo, el mito del Rock&Roll.

La relación con el disco de Bowie, sin embargo, va mucho más allá. El londinense, precisamente en su año de gloria de 1972, en medio de la gira de Ziggy Stardust, se fué con Mick Ronson, su socio y guitarrista, a producir el disco del neoyorquino. No había nadie como ellos en ese momento para darle a Transformer la atmósfera que Reed perseguía. La producción de Bowie y Ronson hace que suene cercamo al Ziggy, pero con todo lo extraterrestre convertido en pura carnalidad.

Cuando lo pongo, pienso en las calles, húmedas y humeantes, de Hell's Kitchen. Ya que se trata de una obra narrativa, quisiera identificarlo con la película Taxi Driver, de Scorsese, no en su argumento, sino en el NY decadente de los 70, inundado de vicios y viciosos, peligros y peligrosos. Así es Transformer, la banda sonora de un tiempo y un lugar, representado en sus travestis, chaperos, junkies y camellos. Canciones perfectas y sensuales como Perfect Day, Hangin' 'Round, Walk on the Wild Side, Make Up, Satellite of Love o Goodnight Ladies no lo serían tanto si no fueran juntas.
El contrapunto del NY de Reed es el NY, más lírico, de Billy Joel en The Stranger, otro disco esencial del que pronto os hablaré. NY contemplado con los ojos de sus hijos más ilustres, una forma de viajar desde tu tocadiscos, un RockAndTrip!

No hay comentarios: