CHICAS, AL SALÓN!

Ya en enero escribí una entrada sobre el revuelo mediático que estaba provocando la atribulada vida privada de Amy Winehouse. Poco después triunfaría en unos Grammy que tuvo que seguir desde casa porque le negaron la entrada en los Estados Unidos a causa de lo mismo.

Hija díscola de la Gran Bretaña, es evidente que su rebelde actitud nos ha hecho conocerla mejor y conocer su magistral Back To Black, al que pocos han sido capaces de poner un pero, como apuntaba en aquella ocasión. La chica mala consiguió revitalizar el sonido Motown con un tremendo descaro, un estilo y una clase innegables. Y eso sí importaba de verdad.

De Gales llega una nueva propuesta, bastante similar en lo musical. Se trata de Duffy, que acaba de publicar su primer álbum, Rockferry, un disco precioso en el que también resuenan el soul y el blues, pero con una mezcla menos negra, más pop y más light que la de Amy (su productor es Bernard Butler, ex componente de Suede). De echo, toda la propuesta resulta un poco más light.

La comparación ha sido inevitable y, cómo no, odiosa. Cosas de la prensa musical, Duffy está llamada a ser la cara de la misma moneda de la que Amy Winehouse es cruz. Aunque Duffy sí es una auténtica britana, rubia, mona, dulce, sonriente y, sobre todo, tibia, lo suficiente como para ser admitida en Estados Unidos, cantar en OT Española o presentársela a tus padres. En este caso, su contraactitud parece ser su tarjeta de visita.

(Perdonen la elección de las fotos que ilustran este artículo. Éso no se hace.)

Y ahora, desenfundemos todos los tópicos: Que si las rubias contra las morenas, que si las chicas buenas van al cielo y las malas a no sé dónde, que quién a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, etc.

Chunga prensa musical, cuando se dedica a estas cosas. Gracias a esto, una acabará tirada en un vertedero y la otra haciendo musicales y bandas sonoras para Disney.

Chicas, Al Salón!