lunes, 4 de febrero de 2008

CRÓNICA DEL CONCIERTO DE BRETT ANDERSON EN MÁLAGA

Bueno, a las filas de Rock&Trip se suma una nueva voz. Cristina Sánchez, mi chica, fan hasta la médula de los Suede, nos da su visión de la trayectoria de la banda y del reencuentro con su cantante.

Miércoles 30 de enero, ocho de la tarde. Por fin había llegado el día del concierto de Brett Anderson en Málaga. Hace quince años que compré mi primer CD, Dog man star, segundo de la banda Suede, de la que Brett fue líder indiscutible. Es quizás el disco que más veces he escuchado en mi vida. Suede irrumpió en el panorama británico a principios de los 90. Se caracterizaron durante toda su carrera por ser una banda que constantemente pretendía desmarcarse del movimiento, que muy a su pesar, ellos habían comenzado, el Brit pop. Cierto es que en aquella época, a toda la música británica se la llamaba Brit pop sin mucho criterio, por lo que en la radio se podían escuchar canciones de Suede, Blur, Supergrass o Elástica con la misma etiqueta. Pero Suede siempre fue diferente. Eran irreverentes, provocadores, con melodías caracterizadas por potentes guitarras, letras escandalosas y portadas que no dejaban indiferente a nadie (la de su primer disco, Suede, era una foto de dos mujeres besándose, lo que consiguió que tanto crítica como público se fijaran en ellos). El resultado fue inmediato y su primer single, The Drowners, llegó al número uno, donde se mantuvo varias semanas. El resto es imaginable: grupo que llega a lo más alto, 5 discos, drogas, descontrol y ruptura. En el año 2003, tras un intento de reciclaje, al reconciliarse Brett Anderson y Bernard Butler, exguitarrista de Suede, forman The Tears. La crítica alabó este nuevo trabajo, pero no fue suficiente, demasiado encontronazo de egos y pocas ventas. La banda se disolvió definitivamente.

Después de lo comentado nunca pude imaginar que escucharía la voz de Brett en directo y mucho menos, las canciones de un grupo que había escuchado una y otra vez durante mi adolescencia y juventud. Ni siquiera sabía que en el año 2007 había tenido a bien publicar un disco, en solitario esta vez.
Se llenaron las tres cuartas partes del Teatro Cervantes. Brett Anderson apareció acompañado de una violonchelista y, sin mediar palabra, cogió la guitarra y comenzaron los primeros acordes del single de su primer disco en solitario, Love is Dead. Lo que más me impresionó fue sin duda, su voz, la fuerza que tiene en directo es espectacular. Cuando terminó la canción, miró al público con sus pequeños ojos azules y tímidamente dio las gracias en español. Preso de su timidez, pasó con urgencia a la siguiente canción que fue Song for my father. Se encontraba a gusto cantando pero le costaba conectar con el público entre canción y canción. De este modo avanzó en su repertorio y en cuanto comenzó a tocar canciones de Suede al piano, el público estalló en aplausos, como ocurrió con Saturday night. Las canciones de guitarras potentes se habían transformado en melodías serenas acompañadas de un piano y un chelo. La sombra de la espigada silueta de Brett al piano dominaba el fondo del escenario acompañado en ocasiones por un juego de luces que simulaba una celosía. De Suede tocó The power, By the sea, Beautiful ones, Everything will flow…Una tras otra iban sonando. Eran las mismas canciones pero les había pasado algo, habían madurado, tal y como había ocurrido con su autor e intérprete. No hay duda de que Brett ha cambiado. Poco queda del chico irreverente y provocador que en los años 90 se contoneaba con el ombligo al aire y una estola de plumas emulando al David Bowie del Ziggy Stardust. Ya no, ya no es el mismo. Físicamente ha dejado las plumas para vestir vaqueros y americana, se ha cortado su melena de estilo imposible y se ha quitado los pendientes. Para los fans de Suede es lo que nos queda, el recuerdo de lo que fue, pero debemos entender que Brett se nos ha desmarcado de su estilo anterior. Su concierto se presenta como una metáfora de lo que quiere que sea su música a partir de ahora. Su escenario sin decorado, sin telón, con un piano, una guitarra y un chelo, no hay misterio, solo música. Sus canciones puras y limpias, del mismo modo que las creó, como si las tocara en su propia casa.
En el momento en que entonó The two of Us al piano no lo podía creer y, al final, mi adorada The Wild Ones. Para los bises se sentó de nuevo con su guitarra y pidió que nos acercáramos al escenario, claro está que lo hicimos. Tocó So young, la primera canción del primer disco de Suede, y She is in fashion. De entre los que nos habíamos acercado al escenario un chico de Méjico llamó la atención de Brett para decirle que había viajado 9 horas en avión para verlo y, es más, había estado viajando siguiéndole en su gira por Inglaterra. Brett se quedó completamente alucinado, le dedicó Trash, tras lo que con sus elegantes andares desapareció tal y como había entrado, hasta quién sabe cuando.

Para muchos el concierto fue una decepción, pero el problema es de ellos, por no entender que Brett Anderson se ha cansado de posar. Tiene las canciones que él creó, que interpretó en otra época del modo que le apetecía y ahora está en su derecho de interpretarlas como quiera. No soporto a los que criticaron al día siguiente su nueva vertiente melódica con el único argumento de que se ha cargado las canciones de Suede. A quien no le guste que no mire. Él ya ha declarado que su próximo disco seguirá la misma línea.

2 comentarios:

La Cristi dijo...

Bueno, me comento a mi misma. No quería escribir y al final casi escribo una novela!!El próximo más cortito

Angel de la Riva dijo...

Mi enhorabuena a la articulista. No puedo estar más de acuerdo en tu crónica del concierto. Brett es mucho. "Al que no le guste que no mire" pero q no jodan!!
P.D.: Al leerlo no me ha parecido nada largo. Un besote. Todos queremos más.