QUIQUE GONZÁLEZ.
La primera vez que vi a Quique González fue en agosto de 2005 en Villanueva del Rocksario, con los Taxi Drivers. Los que lo habían visto me habían contado que sus conciertos eran intimistas, que Quique era tímido y que no conectaba demasiado con el público, pero nos encontramos una banda enérgica y contundente que hacía sacar al Quique más expresivo y rockero.
La noche del 20 de Diciembre, abriendo para Fito, tocaba en un gran escenario ante un numeroso público. Acompañado de la Aristocrácia del Barrio, otra banda genial de músicos que, a pesar de su juventud, derrochan talento, elegancia y buen gusto, era la oportunidad de volver a verle como una estrella. Sabíamos que eran capaz de ello.
Sin embargo, su actuación fue un poco tibia. El público, hay que reconocerlo, no era el suyo, era el de Fito. Incluso habría que reprocharle cierta falta de respeto hacia el madrileño, que trajo lo mejor de su repertorio. Para nosotros, fans, estuvo cojonudo, pero es verdad que le faltó un poco del dominio escénico del que después Fito daría una clase magistral.
Personalmente, quedé satisfecho, pero hubiera deseado ese algo más que no llegó a darnos: versatilidad, capacidad de tocar un día en un teatro y al siguiente ante una gran audiencia. Quizás, durante esta mini gira teloneando a Fito, la banda tome nota, termine de quitarse complejos y descarguen todo el potencial que tienen.FITO CABRALES.
Confirmados como las grandes estrellas del Rock español del momento, en un mini tour de cierre de gira, paseo triunfal por la geografía española, Fito y sus Fitipaldis vinieron a Málaga a pasárselo bien. Con actitud de pandilla, unos T-Birds del Ridell High School, cada día me recuerdan más a la E Street Band, con una formación parecida, la misma mezcla de Testosterona y Rock. Y los chicos en el patio se lo pasaban bien. Se miraban, se reían, se daban collejas, se comunicaban entre ellos y se lo daban al público. El Niño Bruno desde la batería no paró de hacer fotos. Que estaban a gusto era evidente y el Jefe de la banda, emocionado quiso agradecerselo al auditorio. Honesto.
Fito, saltarín y amistoso, tiene la virtud de conquistar al público y Carlos toca la batuta y mantiene a los Fitipaldis a Raya. Son una máquina bien engrasada que, quizás, no debería tardar demasiado en entrar en el estudio de nuevo.
Fito, saltarín y amistoso, tiene la virtud de conquistar al público y Carlos toca la batuta y mantiene a los Fitipaldis a Raya. Son una máquina bien engrasada que, quizás, no debería tardar demasiado en entrar en el estudio de nuevo.